Opinión: Entre dos tierras

La realidad actual del Gavà parafrasea el título de unas de las canciones más conocidas de Héroes del Silencio. La salvación queda a 11 puntos cuando únicamente quedan 30 en juego, una utopía a la que no se puede renunciar pero que en base a lo visto hasta ahora creer en ella roza el milagro.

El equipo sigue teniendo la obligación de salir a ganar cada partido, por la afición, por el club, y por los jugadores mismos, y el club tiene la obligación de preparar la temporada que viene lo antes posible. Recordemos que el año pasado la pretemporada fue un exagerado banco de pruebas, y una treintena de jugadores estuvieron a las órdenes de Jaume Bonet, algo que no sería positivo que se volviera a repetir.

La 2ªB es una categoría que al contexto socioeconómico del club le viene grande, tal y como se ha explicado desde la presidencia. No hay ingresos ni, desgraciadamente, masa social para afrontarla. El regreso a 3ª, si tal y como todo indica se acaba produciendo, no será tampoco un camino de rosas. El club aún arrastra una deuda consecuencia de la acción (o inacción) tanto de antiguos como de actuales dirigentes, pero con la que habrá que saber convivir tal y como ya se ha hecho este año.

La apuesta deportiva debe de ser cuidadosa y metódica. No pocos clubs se ven arrastrados por la inercia y acaban descendiendo varias categorías consecutivas. Esta temporada tiene que haber servido para dotar de una base al equipo, los minutos de los que han gozado en 2ªB algunos jugadores sin apenas experiencia en la categoría deben ser una inversión que de sus frutos el año que viene, sin obviar que de la presente plantilla los jugadores más destacados probablemente buscarán acomodo en otro club de 2ªB.

La política de contratar jugadores de los alrededores es necesaria y suficiente si se acierta en los elegidos. Deberá pulirse la elección de jugador joven con proyección, “cercano”,  y además, con experiencia en la categoría, perfil de los que abundan en clubes vecinos como Castelldefels, Cornellà, Santboià o Prat.

El futuro del fútbol camina hacia el cuidado y aprovechamiento máximo de la cantera, por lo que no sería lógico apartarse del camino que ha comenzado a trazarse este año. Un año en el que el juvenil está realizando una gran temporada, ya que marcha lider de la preferente juvenil (empatado con Bordeta de Lleida y Can Vidalet), pese a contar únicamente con dos jugadores de último año (1991): Aitor Unzué (que ya ha debutado con el primer equipo en Copa Federación) y Marcos Pueyo (llegado recientemente del Cornellà). El ascenso a la Liga Nacional Juvenil sería el colofón perfecto para acabar de foguear una generación, la del 92, que promete, y de la que dos integrantes ya han debutado con el primer plantel: José Alberto y Juan Quiles.

Mientras se trabaja “en silencio” por el futuro, recalcamos de nuevo que no puede olvidarse el presente, y es que volver a ilusionar al aficionado la temporada que viene dependerá mucho de la imagen que se acabe dando esta temporada. Hasta ahora, si hay algo que no se les puede reprochar a los jugadores (salvo en actuaciones contadas) son las ganas y la actitud que ponen, lo que ha posibilitado que desde la grada apenas se hayan oído quejas durante el partido contra la plantilla o el cuerpo técnico. Eso no debe cambiar.