Creo que puede
decirse que fuiste mi primer “amor”. Con los años el recuerdo se distorsiona y
tiene más de cuento que de verdad, pero diría que nos conocimos casi de
casualidad. Regalaban entradas en el colegio y la chica que me gustaba quería
ir a verte.
Nos sentábamos
bajo el árbol que había delante del bar y que invadía con sus ramas uno de los
corners, sentados en apenas dos o tres hileras de grada hecha de piedra. Me
llevó tiempo convencer a la chica de que saliéramos juntos, pero tú a mi me
sedujiste rápidamente. Idolatré a Stoichkov como todos los de mi clase, pero al
mismo tiempo también a Pinilla, Escala, o los goles de mediocampo de Miguel
Pérez (que no fueron tantos como entonces me parecían). Sin embargo, ahora que
soy un iconoclasta en todos los ámbitos, lo que más recuerdo es el olor a la
tierra mojada mezclado con el tufo insoportable de un caliqueño. Y aunque no
parezca un aroma muy agradable (no lo era), lo añoro.
El ritual de los
domingos por la mañana incluía invariablemente una visita a la pizarra que
había en el pasadizo de detrás de la grada central. Allí se arremolinaban
aficionados y algún periodista para ver quién jugaba ese día. Yo memorizaba con
esmero los nombres, sobre todo los del banquillo, para cuando llegara a casa
poder apuntarlo todo en las páginas finales de alguna libreta del cole.
Cuando por edad
ir a verte no era tan sencillo mi padre me dio un empujón, me llevó a hacerme
socio. De eso hace más de 20 años. Cambiamos nuestro lugar de encuentro, y me
empecé a atrever a vernos fuera de casa, donde es más fácil gritar porque nadie
te conoce. Durante todos estos años arrastré a unos cuantos a tu encuentro,
algunos incluso se quedaron, pero la mayoría me miraban raro si iba al cine
mientras escuchaba un Valencia B – Gavà por Radio Sellarés. “Cosas mías” decía
en mi defensa. No les culpo, “lo nuestro” es como mínimo difícil de entender,
por eso he tenido la suerte de contar con el respeto y complicidad de mis
amigos, mis padres, y sobre todo, mi pareja (tú no te conviertas en SAD, eh!).
Mientras escribía
y estudiaba sobre ti me descubrí dándole un valor circunstancial a la victoria
o a la derrota, incluso a quién tuviéramos enfrente. Tú y yo era lo importante,
en la prosperidad y en la adversidad, que dicen. No han sido tiempos fáciles, en
especial los más recientes, porque cuanto más descubres del otro más difícil se
hace seguir a su lado. Justo es decir que tampoco he tenido elección, los
sentimientos no suelen responder a la razón.
Pero ahora… ahora
te compran, te venden, te prostituyen. De acuerdo, es futbol, pero es también
muchas más cosas, he crecido contigo y hoy me han extirpado un pedazo demasiado
importante de mi vida para seguir como si nada. Por eso siempre odiaré a esta
junta directiva (la peor de la historia bajo mi punto de vista), a los cómplices
que votaron acabar contigo, y me odiaré a mí mismo por no haber podido
salvarte. Porque sea lo que sea que tengamos ahora, vaya bien o mal, serás otro
tú.
Ya te habrás dado
cuenta de que hoy no vengo a hablar de tus jugadores, ni de tus resultados, ni
de tu futuro. Hoy vengo con la certeza de que al menos lo que hemos vivido
juntos nadie nos los podrá quitar. Adéu Club de Fútbol Gavà.
También vosotros,
lectores del blog, os merecéis una despedida. Han sido 8 años magníficos en los
que mejor o peor, he disfrutado trabajando porque el CF Gavà tuviese más
repercusión, porque vosotros estuviéseis informados, por recuperar la historia,
porque los aficionados del Gavà tuviéramos un punto de reunión en el que poder
expresarnos. Me voy triste porque me hubiera gustado que no tuviera final, pero
satisfecho, porque creo he cumplido el objetivo que me marqué. Para trabajar
para una empresa y no para un sentimiento no me quedan fuerzas, pero para
cualquier consulta de tipo histórico sobre el club o los jugadores que han
defendido esta camiseta, seguiré estando a vuestra disposición en havokh@gmail.com
Hasta siempre.